Reflexionando sobre la muerte.

Retomo mi blog, después de tanto tiempo sin escribir.
Ha sido un tiempo de angustia, en el que me he pasado los últimos días , sentada en una habitación de hospital, pendiente de ver si mi querida madre, respiraba o no.
Tiempo de angustia y de cansancio, otra vez el tiempo parado, no pasaba nada alrededor, solo la habitación con mi madre agonizando.
Días de angustia, en que venía a mi casa, pidiendo : no te  mueras ahora, espera a que yo esté contigo.
El mundo detenido y mi madre muriendo.
Al fin, después de una semana , ella partió y yo estaba con ella, cuando el hecho ocurrió.
Luego viene el papeleo, y tú estás como en una ensoñación; luego el tanatorio, los amigos que te acompañan, y tú estás como si no hubiera pasado nada. Luego el entierro, la familia, los lloros, los responsos, las flores; y al fin llegas a tu casa, rendida, perdida, y te acuestas a dormir y descansas.
Yo tuve mi primera experiencia con la muerte a los dieciséis años, cuando mi padre murió, luego murió mi abuelo y yo estaba con él y ahora mi madre.
Cada una de estas experiencias es muy distinta, por los años, por mi manera de entenderlo y por la edad de la persona que muere, e indudablemente por los lazos que te unan a esa persona.
Yo he tenido la suerte de disfrutar a mi madre hasta los 96 años, me he despedido de ella en la clínica y el he dicho todo lo que guardaba en mi corazón, y luego me desprendí de ella y dejé que se fuera, aunque después de eso ella vivió cinco días más.
Hoy que todo ha pasado , estoy en paz con ella y conmigoy me encuentro muy bien, y tengo el convencimiento de que ella está muy, muy bien y en compañía de sus seres queridos.
A veces el cuerpo está tan mal, que la muerte es una liberación.